A través del espejo

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado. No hay duda alguna acerca
de esta cuestión. Es evidente que esto tiene ventajas e inconvenientes.
No pretendo entrar en este tema ya que se ha hablado de ello tal vez,
incluso, demasiado.
 
Lo cierto, sin embargo, es que sigue habiendo excepciones a la tan
referida globalización. Como anécdota, unos amigos norteamericanos, de
crucero por el Mediterráneo, cuando llegaron a Ibiza me preguntaron,
con cara de sorpresa, si aquí ocurrían desastres naturales. Por suerte,
aquí no ocurre nada espeluznante comparado con los muchos huracanes de
visita por la costa sureste de EEUU durante el último año, por poner un
ejemplo. Lógicamente, les contesté que este tipo de fenómenos no eran
habituales en nuestras costas.

No diré que no creyesen mis explicaciones sino, sólo, que se quedaron
maravillados de que todavía existiesen lugares en nuestro mundo
globalizado donde el cambio climático no ha llegado a estos extremos. Y,
entrando en este tema, frente a aquellos que creen que realmente la
influencia del hombre es la única que provoca dicho cambio, creo que,
sin defender con ello que no se respeten los Convenios que existen sobre
la materia, no somos tan culpables como algunos pretenden. A lo largo
de la historia del planeta, el clima ha ido evolucionando de forma más
o menos continuada de modo que ahora no va a ser diferente. Lo único
que les podría haber explicado es que aquí tenemos por costumbre quejar-
nos del frío, cuando estamos en invierno, y del calor, durante el verano,
pero si comparamos esto con los desastres recientes en algunas zonas del
planeta, les habría parecido una broma de mal gusto.