A través del espejo

Algo se nos había olvidado de París: pasear junto a la Torre Eiffel.

Aunque yo ya había conseguido todo lo que esperaba del viaje: Orsay, Coco, ver a mis antiguos amigos, que echo de menos durante 365 días casi, no podíamos irnos de París sin pasear junto a la Torre Eiffel. Aunque, claro, desde el hotel podíamos verla perfectamente a diario, hay que verla de cerca. No me impresionó pero los símbolos están por algo y hay que respetarlos. El campo de Marte, precioso. Era un bonito domingo, una mañana soleada, como no habíamos tenido los días anteriores salvo en nuestra visita a Versalles. Daba pena partir pero, en fin, Orly me esperaba después de comer y con tiempo para despedidas varias, cogí mi maletita, camino del aeropuerto, sin saber siquiera de qué terminal partía y prescindiendo de la hospitalidad de los parisinos, que no pude apreciar en ningún momento, por suerte dos turistas británicos me dijeron de dónde salían los vuelos internacionales.

En fin, espero que haya ocasión para otro paseo por París.