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Noticias curiosas CXXXVII:

Posted on marzo 3rd, 2010 by henrietta
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Y otra noticia curiosa nos dice que Descubren el emplazamiento de la última batalla de Ricardo III

 

Un grupo de arqueólogos asegura haber descubierto la verdadera ubicación de una de las batallas más importantes de Inglaterra y posiblemente incluso el mismo sitio donde fue asesinado el último rey medieval de la isla.

 

Durante siglos, los aficionados a la historia han llegado con dificultad hasta la cima de una lejana colina en Leicestershire, en el centro de Inglaterra, creyendo que ahí tuvo lugar de la Batalla de Bosworth, donde el rey Ricardo III fue derrotado por las fuerzas de Enrique Tudor en 1485.

 

La batalla puso fin a décadas de guerra civil y fue conocida como la Guerra de las Rosas, que rompió con la línea de los Plantagenet y dio paso a la dinastía Tudor y los reinados de Enrique VIII e Isabel I.

 

Pero los expertos han señalado ahora que están seguros de que ese sitio era tan irreal como las célebres últimas palabras de Ricardo en el campo de batalla, inmortalizadas por Shakespeare: «¡Un caballo, un caballo! Mi reino por un caballo».

 

Por el contrario, un exhaustivo estudio de cuatro años realizado por un grupo de historiadores y arqueólogos sostienen que la batalla se libró a unos tres kilómetros de la famosa colina Ambion, en tierras de un granjero.

 

El arqueólogo que dirigió la búsqueda del verdadero sitio de la batalla, Glenn Foard, dijo que se hallaron en el lugar varios objetos que confirman su autenticidad.

 

Los objetos incluyen monedas de plata de Carlos el Temerario de Borgoña y la mayor colección de perdigones jamás encontrados en un campo de batalla medieval en Europa.

 

El experto agregó que el más importante y quizá el más concluyente de los objetos descubiertos es una insignia distintiva con forma de jabalí que se daba a la tropa de Ricardo III.

 

Foard dijo que la insignia, que es muy peculiar, podría marcar el sitio cercano donde cayó el rey.

 

Y otra noticia curiosa nos habla de Las peticiones más escandalosas de los huéspedes de los hoteles

 

Parece que en los hoteles más lujosos del mundo, no hay encargo imposible para los conserjes.

 

Por ejemplo, un magnate suizo se acercó a Thomas Wolfe, conserje del Fairmont Hotel de San Francisco para hacerle un resumen de lo que necesitaría a lo largo del día. A las 9:30 de la mañana, le pidió una reserva para cenar, un billete de vuelta a Zúrich…y un Ferrari GTO.

 

El conserje se interesó por si deseaba algún color en particular. Y la respuesta fue que un color oscuro y que no quería gastarse más de cinco millones y medio de dólares.

Por lo visto, mucha gente piensa que los conserjes de los hoteles se pasan el día haciendo reservas para el ballet pero nada más lejos de la realidad.

 

Raphael Pallais, conserje del Plaza Hotel, que acaba de abrir sus puertas de nuevo en Nueva York, se vio en dificultades el día que un cliente le pidió que le consiguiera tarántulas vivas para poder asarlas… y comérselas. 

 

«Para ser un buen conserje es esencial saber permanecer imperturbable –explica este conserje que, al igual que la mayoría de los conserjes que hemos entrevistado para este reportaje, pertenece a Las Llaves de Oro, una prestigiosa asociación internacional de conserjes–. 

 

Pallais se puso en contacto con el Explorers Club de Nueva York, famoso por celebrar unas polémicas cenas «exóticas». El club le dio los datos de su proveedor de arañas.

 

Otra anécdota la protagoniza la conserje Maite Foriasky, de The Setai, en South Beach (Miami). Un cliente quería enviar un tigre a Londres… con dos días de antelación. El huésped británico se había encandilado de una señorita del lugar que accedió a cruzar el charco con él… «siempre que pudiera llevarse su mascotita con ella», explica la señora Foriasky, que tuvo que recurrir a expertos del zoo metropolitano de Miami.

 

En realidad, el envío de animales de todo tipo parece una solicitud bastante frecuente en todos los hoteles del mundo.

 

Así, un huésped de Oriente Medio que pasaba unos días en el elegante Brown’s Hotel de Londres solicitó al jefe de conserjes, Simon Thomas, que le mandara 21 ciervos a su casa de modo que llegaran a tiempo para el vigesimoprimer aniversario de su hija.

 

«Este es nuestro día a día», explica James Little, jefe de conserjes del Peninsula Hotel en Beverly Hills. Este conserje ha llegado a volar a Londres para traerse el perro de una apesadumbrada huésped que iba a pasar una temporada en el hotel para resolver los asuntos comerciales de su difunto marido. Había pedido a Little que fletara un jet privado para su perrito, pero los dos estuvieron de acuerdo en que sería mejor que el viejecito Millie (un Jack Russell terrier) viniera acompañado del conserje. Así que el conserje se pasó una semana en Londres (gastos por cuenta del cliente) para conocer al perro (y Londres) y volvió a casa con el perrito.

 

Los conserjes explican que internet ha transformado completamente su trabajo. Hoy, los huéspedes tienen gran cantidad de información al alcance de la mano, por lo que ya no les piden a sus conserjes cosas tan sencillas como instrucciones o itinerarios para llegar a algún destino. Ahora, por el contrario, acuden a los conserjes para pedirles cosas mucho más grandes, o más personales.

 

De hecho, alguno afirma que a veces se sienten como un «tejedor de sueños» que ayuda a la gente a materializar unos deseos que no podrían hacer realidad por sí solos. Por ejemplo, una vez hizo las veces de coreógrafo de una cena de «pedida de mano» a la luz de las velas, en pleno Central Park, con camareros de guantes blancos y violines. Los guardas del parque no iban a permitir que se organizara un espectáculo formal, así que había que hacer que pareciera espontáneo. Para lograrlo, Pallais hizo traer la comida en taxi y bandejas de plata desde el Plaza de modo que esa romántica escena pareciera, literalmente, caída del cielo. 

 

En ocasiones, lo único que les piden es satisfacer un capricho de los que se pagan con (mucho) dinero. Por ejemplo, en el Ritz-Carlton Cancun, un huésped fiel para el que el dinero no tenía importancia, solicitó un pase privado de una película en la playa. Pero había un problema: al huésped en cuestión no le gustaba sentir la arena en los pies. ¿Había alguna forma de tapar la arena?

 

De Ciudad de México se hicieron traer rollos y rollos de una alfombra blanca, que se desenrollaron a lo largo de un buen tramo de playa.

 

Raffaele Sorrentino, conserje del histórico Hotel Adlon Kempinski Berlín, recuerda a un huésped saudí que acababa de comprarse un Mercedes y le pidió a Sorrentino que lo llevara a Múnich para que se lo modificaran porque había visto otro en el garaje del hotel que le gustaba más. El coste era absolutamente prohibitivo pero el cliente quedó encantado.

 

Hace un tiempo envió a un botones a hacer un viaje de cinco horas para recuperar el conejito de peluche de una niña de 4 años que se había dejado a su «Snookie» en casa y no podía dormirse sin él.

 

Por lo visto, tenían muchos peluches en la tienda de regalos pero ninguno le valía.

 

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