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A través del espejo

Madeline:

Posted on abril 10th, 2010 by henrietta
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              Madeline recordaba la única vez que su madre le había pegado. No tendría más de cuatro o cinco años y había decidido que tenía que escapar de casa. No podía continuar entre cuatro paredes con una persona que la había abofeteado sin motivo alguno.

 

              Madeline había empezado a caminar pero no había llegado lejos. Cuando estuvo junto al puente, comenzó a sentir frío. Se dio cuenta que se haría de noche y no tenía comida ni una mantita para dormir. Miró hacia casa y pensó lo bien que estaba envuelta en sábanas limpias y ese olor tan agradable que desprendía mamá cuando la besaba antes de acostarse. Se puso a llorar y volvió hacia casa. Nadie se había dado cuenta de su ausencia.

 

              ¡Qué extraño pensamiento!. Madeline no entendía cómo le pudo venir este “flash” a la mente en el momento en que supo que su madre había fallecido. Nunca le había guardado rencor. Un mal día podía tenerlo cualquiera.

 

              Madeline se sentía sola. Siempre había sido solitaria, rara para algunos pero no era lo mismo estar completamente sola que sentirse aislada de los demás aun estando en compañía.

 

              Madeline no podía recordar nada malo de su madre, sólo ese instante, tantos años atrás, en que se había sentido totalmente desamparada. Ahora, parecía una absoluta tontería, propia de una niña caprichosa y mimada, que no podía tolerar que alguien se comportase mal con ella, acostumbrada a ser el centro de atención y a que todos le riesen sus gracias.

 

              Seguramente por esto se había encontrado después tan sola. A los niños siempre hay quien les hace caso. Cuando creces, es del todo diferente. ¿Y ahora por qué estaría pensando en todo esto? En lugar de estar triste por haber perdido a su mejor amiga, a su única compañera… Madeline era incapaz de sentir pena. Su madre había tenido una vida feliz y sin privaciones.

 

              “Extraños sentimientos”, volvió a decir para sí Madeline. No dejaba de parecerle curioso que lo primero que le había venido a la cabeza cuando supo la muerte de su madre fuesen los malos recuerdos que le dejaba. Sólo después pudo pensar en lo bueno que habían compartido…

 

              Anochecía en la calle mientras el bullicio de los coches empezaba a apagarse. Mañana sería otro día… Madeline tenía que descansar. Ahora que había borrado la única pincelada que ensombrecía sus recuerdos, podría darse cuenta de lo que acababa de perder.         

 

 

 

 

 

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