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A través del espejo

Etimologías curiosas II:

Posted on junio 7th, 2009 by henrietta
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Hoy, para variar un poco de las noticias curiosas, vamos a hablar de orígenes curiosos de palabras.

En primer lugar, veamos de dónde viene la palabra LOTERÍA. Su origen fue en Génova a fines del siglo XV, donde se sorteaban todos los años cinco miembros del senado para integrar la Signoria o Consejo de Estado. Cada senador tenía sus partidarios y entre ellos solían cruzarse apuestas sobre quiénes saldrían elegidos. La afición por este tipo de juego creció de forma insospechada. La costumbre se extendió primero por Europa y luego por todo el mundo. Y se llama así porque es un rifa vendida en lotes o fracciones.

Otra palabra peculiar: CAPICÚA. Probablemente alguna vez nos habremos fijado en números capicúas. Incluso hay quien los guarda pensando que traen suerte. Por si nunca nos hemos detenido a averiguar de dónde proviene la palabra, resulta que el origen lo tenemos muy cerca. Esta palabra empezó a utilizarse entre los aficionados al dominó, en Cataluña, para referirse a la ficha que podía colocarse en un extremo u otro del juego y viene, claro, de cap, cabeza, y cúa, cola.

En el caso de que no se trate de números sino de palabras, hablaremos de palíndromos y no de capicúas. Un palíndromo es una palabra o una frase que se lee igual de derecha a izquierda que de izquierda a derecha. Los primeros palíndromos se atribuyen al poeta griego Sótades, en el siglo III a. C. Por ejemplo, yo hago yoga hoy.

Vamos a ver otra, ya que hablamos de griegos: PEDAGOGO. Proviene del griego paidos, niño, y ago, conducir. Y el origen viene de que en la época de Sócrates, cada joven, desde niño, tenía designado un esclavo, que era quien lo conducía a la escuela, el que lo instruía en su comportamiento social… Eran esclavos, llamados paedagogus, muy apreciados en Grecia y que contribuyeron a difundir la cultura helénica.

Y otra de griegos. PANACEA: su origen está en medicinas que eran eficaces para varias enfermedades. La traducción literal de panakeia, compuesta por dos palabras: pan (todo) y ákos (remedio) sería cúralo todo o remedio para todo, no?, que era, de hecho, lo que buscaban los alquimistas en la Edad Media, un remedio para curar todas las enfermedades. Y volviendo a los griegos, Esculapio, el dios de la medicina, llamó Panacea a una de sus cuatro hijas. Qué mal gusto!!! Pero, claro, que Esculapio tampoco era muy bonito. Apolo, el padre, tenía muy mal gusto poniendo nombres y el de Esculapio no mejoró.

Y ahora nos cambiamos de continente: nos vamos a Australia a hablar de CANGUROS. El nombre de este marsupial fue difundido por James Cook, un explorador inglés, que llegó a Australia en 1770. Preguntó cómo se llamaba y un nativo le contestó “Kan-gu-rú”. Él se pensó que era el nombre del animal pero lo que le estaba diciendo era que “yo-no-lo-sé”, o sea que el nombre surge de un error pero ahora a ver quién lo cambia.

Otra palabrita: ésta de origen romano: SUBASTA, venta pública de bienes, que se hace al mejor postor y generalmente por mandato y con intervención judicial o notarial. La palabra está formada por dos voces: sub y hasta, que significan bajo la lanza porque cuando se tomaba un botín durante la guerra se anunciaba su venta clavando una lanza en el suelo.

El último nombre de hoy es FILATELIA, la afición o hobby de reunir sellos. Esta palabra es la unión de dos palabras también de origen griego: philos = amigo y telos = distancia, o sea amigo de la comunicación a distancia, ¿no?. Este afán coleccionista nació en 1840 en Inglaterra y fue un oficial del Museo Británico de Londres quien empezó a practicarlo. Incluso en 1841 publicó un aviso en el diario “The Times”, solicitando sellos postales a quien los tuviera. Seguramente lo que no sabía era que años después existen tantos filatelistas en todo el mundo.

Un adjetivos, que me encanta: SIBARITA. También de origen griego, ¿cómo no? Designa a aquel que gusta de la buena mesa, en recuerdo de los habitantes de la ciudad de Sibaris, colonia griega fundada en el siglo VIII antes de Cristo en el sur de Italia. Era una ciudad de comerciantes, que se dedicaban a la buena mesa y a otros placeres. Por ejemplo, algunos dormían en lechos de pétalos de rosas y se dice que los más refinados no podían dormir si un pétalo estaba doblado debajo de su cuerpo. Eso me recuerda a una princesa de un cuento de H. C. Andersen y a un guisante, ¿no? pero queda mejor con pétalos de rosa, claro.  

Otra palabra con una etimología interesante: FOTOGRAFÍA, que proviene de dos voces griegas: photos –luz- y grapho –grabar-, que quiere decir “grabación de la luz”. Este nombre se lo dio su inventor, Joseph Nicephoro Niépce, un médico y científico francés, que vivió entre los siglos XVIII-XIX. Este señor descubrió la manera de fijar en una placa de las imágenes y la primera vez tardó nada más y nada menos que 8 horas en obtener la fijación de la primera fotografía.

Y, por último, otras dos palabras muy anecdóticas: ANFITRIÓN. Viene de un rey de Tebas, en la antigua Grecia, que era famoso por sus banquetes. Sin embargo, no todos están de acuerdo en este origen y hay otra versión que hace derivar la palabra de un héroe griego, cuyas aventuras fueron objetivo de comedias de Plauto, en Roma, y de Voltaire, en Francia.

Y PULGAR: que tiene un origen más que curioso pues viene de pulex, pulga, por ser este dedo el que se usaba para matar a estos molestos insectos.

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