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A través del espejo

«El traje nuevo del emperador»:

Posted on diciembre 2nd, 2008 by henrietta
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Probablemente, muchos de nosotros recordemos este cuento de hadas, de H. C. Andersen, que, como todos los cuentos, tiene una moraleja. Lo curioso es que cuando somos niños escuchamos el relato sin sospechar que nos será útil también cuando seamos adultos.
 
Habremos notado, en más de una ocasión, que sin necesidad de ser emperador, lo mismo, dicho o hecho por una persona o por otra distinta, tiene consecuencias de lo más diverso. A menudo, podemos preguntarnos qué perciben quienes reaccionan de manera tan dispar para motivar una conducta que nada tiene que ver con la anterior.
 
Es evidente que hay personas más simpáticas, con más don de gentes, llamémosle como queramos, que saben llegar más con sus palabras o sus hechos y, entonces, provocan una reacción favorable de quien escucha o ve sus actos. Existe, pues, en este caso, una predisposición positiva a lo que el «emperador» dice o hace. Sin embargo, en el polo opuesto, existen personas, más bruscas o con dificultad para hacerse entender que, por consiguiente, acostumbran a ser malinterpretadas lo que provoca una reacción hostil hacia sus actos o palabras. En definitiva, son objeto habitual de desprecio.
 
No obstante, como en el cuento, siempre hay quien se atreve a decir la verdad y, entonces, el «emperador» queda en evidencia. No es tan bonito todo lo que dice ni todo lo que hace sino que, a menudo, se trata de un engaño. Lo que no está tan claro es si, como consecuencia, se producirá la reacción contraria y quien es visto como poco digno de confianza será más creíble.
 
Este razonamiento tan simple lo podríamos aplicar a la tan cacareada Ley de Dependencia, que se intentó vender como un salvavidas para todos aquellos que podrían encontrarse en la situación descrita, y ha acabado desenmascarando una maniobra totalmente engañosa.
 
En algunos casos, realmente es cierto el refrán que dice «piensa mal y acertarás» ya que por muy buenas palabras con las que se quiera recubrir el supuesto «caramelo», resulta que el dulce se convierte en amargo y o al «emperador» le han tomado el pelo o él nos lo ha querido tomar a los que se han dejado, claro, que nunca a todos se convence sólo con las palabras sino que los hechos están para afirmarlas o desmentirlas cuando se nos ha tratado de engañar.

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