A través del espejo

Hace alrededor de un año se me ocurrió un argumento para una novelita que debía escribirse a cuatro manos y el motivo es muy simple: su protagonista es masculino y a mi no se me da bien describir lo que piensa un personaje masculino por razones obvias.
Intenté encontrar a un escritor que pudiese ajustarse a esta idea pero pasado un año tengo que decir que no lo he encontrado, así que paso página de este argumento que nunca se desarrollará.
Pero no quiero hacerlo sin un merecido homenaje al personaje que me lo inspiró: un señor que, si viviese, tendría ya más de cien años y, de hecho, casi llegó y ya tenía sus botellas de cava preparadas para celebrarlo pero el destino quiso que seis meses antes de la fecha, falleciese.
En fin, la vida es caprichosa y a unos les da la oportunidad de hacer lo que quieren y a otros, no. A este señor le dio la oportunidad de ir a parar a una isla donde aprendió a pescar y se convirtió ése en su hobby, aunque no siguió practicándolo tanto como hubiese querido; un melómano que vivió su vida como le dio la gana, viajando, viviendo de sus inversiones y eso a pesar de haber estudiado en la escuela industrial. Un buen día decidió que ya no trabajaba más y se dedicaba al dolce far niente y así vivió, amando a los suyos y a aquella isla a la que una vez, en época de guerra, viajó.